
La evolución biológica es uno de los procesos peor entendidos en nuestra sociedad, y no sólo por los defensores del diseño inteligente. Buena parte de la inmensa mayoría de aquellos que -al menos en Europa- no caen en los argumentos simplistas y casi siempre interesados y falaces de los creacionistas, acaba sin embargo cayendo en otras simplificaciones. Entienden que la selección natural 'busca la perfección' y que la evolución es un proceso lineal de mejora continua.
Por el contrario, la perfección no existe en biología y la adaptación es siempre provisional, dependiente de un ambiente que siempre es variable. Podríamos decir que la biología se encuentra siempre en beta permanente. Como consecuencia de todo lo anterior, los organismos más exitosos (mejor adaptados a un ambiente concreto) están siempre en el filo de la navaja, y condenados a modificarse radicalmente o extinguirse al enfrentarse a los cambios.
Pero además, la selección no parte de cero y las soluciones evolutivas no se diseñan ex novo, sino que utilizan materiales pre-existentes. Cuando buscamos una solución a partir de la combinación y modificación de las piezas que tenemos disponibles
EN LA TECNOLOGIA
Algo parecido a lo que sucede con nuestra percepción distorsionada de la evolución biológica y la selección natural ocurre con nuestra visión de la evolución social y el papel de la tecnología. Es bastante habitual pensar en la combinación de tecnología y legislación como una forma de ingeniería social. Pensamos que los humanos diseñamos (creando el código, legal o tecnológico) del mismo modo que debe funcionar la sociedad y la economía y por tanto encontramos razonable que el sistema responda de una forma directa y predecible a nuestros diseños. Pensemos en un caso práctico. Se oyen constantemente voces que reclaman leyes y cambios tecnológicos que impidan el funcionamiento de las redes P2P y, por supuesto,
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